Yo ya no entiendo nada. Al principio cuando comenzó todo el tejemaneje entre el campo y el gobierno me parecía que las cosas eran medianamente claras. Leía los análisis que se publicaban y se hacían en los distintos medios y más o menos compartía la posición del gobierno. Me parecía que los grandes productores del campo y sus comercializadores estaban defendiendo una renta extraordinaria, que utilizaban el campo como recurso económico sin importarles el campesino, el peón, el indígena, el habitante más pobre y explotado de sector rural; y que tampoco les interesaba agotar ese recurso, la tierra, con tal de ganar cada vez más. Algo escribí sobre el daño ambiental que causa ese esquema de explotación. Para mí el gobierno tenía el deber de regular esto. Si las retenciones eran un comienzo para poner un límite, bienvenidas.

Después escuché argumentos varios que matizaban la confrontación. Y parece que el matiz era necesario, porque la radicalidad de la medida fue una de las causas para que el entonces ministro de Economía, Martín Lousteau, se fuera del gobierno, para que finalmente se modificara el esquema y se planteara el reintegro y subsidios a pequeños productores. Pero no fue suficiente. Con el tiempo, las cosas han ido escalando y complicándose con acusaciones y reclamos ajenos al origen del conflicto.

La verdad, hoy ya no entiendo nada y me cuesta defender alguna de las posiciones actuales. No estoy de acuerdo con los reclamos del campo, pero me parece inaudito que el gobierno se trance en una lucha de poder y no sea capaz de administrar su posición en el manejo de la estructura del estado para solucionar esta absurda crisis, en una situación de privilegio económico, de superávit y de pujanza.

No entiendo este clima de zozobra e inestabilidad en medio de un país que venía creciendo. No entiendo esta confrontación en medio de insultos, acciones patoteras y declaraciones incendiarias. La única explicación que me arriesgo a darme a mi misma hoy, es que como soy extranjera, hay algo «en el aire» que no termino de captar. Agota tratar de explicarlo de otra manera. Demasiadas nebulosas, demasiados puntos oscuros.

Todo esto podría titularse, al igual que una mala película, «Cómo echar todo al tacho en 90 días y salvarse – o morir – en el intento».

Un comentario sobre “Confusión y hastío

  1. Lo que hay en el aire, amiga, son una manga de fachos que no se pueden contener. No se bancan ni a este gobierno, que apenas reparte un poquito mejor que otros, mire si serán jodidos. No hace falta defender al gobierno, lo que hace falta es sostener que sin distribución no hay igualdad ni justicia posibles.

    Me gusta

Deja un comentario