Siempre he escuchado como una característica positiva y que coloca a la Argentina como uno de los países avanzados en América Latina, su gran franja de clase media.  Supongo que desde el punto de vista económico es un motor importante. Jamás me detuve mucho a pensar mucho en ello, pero supongo que es un sector de la población que consume, paga impuestos, utiliza los sistemas formales de la actividad económica, entre otras cosas.

Pero también en los dos últimos años, desde el parteaguas que significó el conflicto del gobierno con las patronales del agro por la resolución125, que imponía retenciones móviles a las exportaciones de oleaginosas, la clase media ha sido protagonista en una agresiva escalada que la ha colocado, desde entonces, siempre en un lugar antigobierno, no importa qué haga éste.

No importa la Asignación Universal por Hijo, posible gracias a la trasferencia de los fondos de pensiones al Estado y que logró bajar la indigencia entre un 50 y un 70% y la desigualdad de ingresos en un 32%; ni el aumento de un 41% en la cobertura de jubilados, que devolvió a la Argentina al primer lugar en cobertura previsional en América Latina; ni la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual; ni el fin de las restricciones en las transmisiones televisivas del fútbol, salvo que se pagara por ello; ni el salvataje de una vaciada Aerolíneas Argentinas por parte del Estado argentino, otrora orgullo de esa misma clase media.

No desconozco las enormes contradicciones de este gobierno; los escándalos de corrupción en la que están inmersos algunos funcionarios y ex funcionarios de gobierno; las malas formas que a veces tienen; el autoritarismo; y si se quiere un montón de etcéteras. Pero no son el objeto de esta reflexión. Hablo de ese «amuchamiento» de gente a la que se llama clase media y nada parece conformarlos.

Quiero decir, pareciera que nada les viene bien, aunque objetivamente su situación económica hace que llenen los balnearios en verano, las carreteras no puedan del tráfico en los largos fines de semana, las automotrices estén rompiendo records en ventas de autos, haya sobre oferta de inmuebles para la venta y el alquiler y aún así no cedan los precios, porque la gente no tiene problema de tenerlos vacíos un tiempo.

Molesta mucho la actitud de algunos que, en medio de su boyante situación, siguen quejándose como si estuvieran viviendo en el peor de los mundos. Irrita esa actitud individualista azuzada desde un discurso dominante dirigido y que se levanta sobre un concepto aparente de «moralidad» y «rectitud», pero después se ‘avivan’ para evadir algún impuesto o ‘pasarse por alto’ alguna molesta medida que obstaculiza su «derecho ciudadano».

Bueno, hoy leí una de las miradas más interesantes sobre esa clase media y el lugar en el que se ha ubicado frente a distintos conflictos que han marcado la vida social argentina. Pertenece a Enrique Martínez, Presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial. Después de leerlo, me pregunto si esa clase media que nos venden como gran fortaleza, no es parte también de lo que ha debilitado a la Argentina…

Creo que, dolorosamente, los siglos XX y XXI llevaron a que los atributos de un país se asocien a los atributos de la clase media. Y que, a su vez, la clase media tienda a mimetizarse con los atributos de los dueños del poder económico. En consecuencia, la clase media es más demandante que oferente de solidaridad social; la clase media tiende a despegarse de los perdedores y así se siente ajena a la política, suponiendo que lo que consiguió lo consiguió por sí misma. Así razonan los arquetipos del poder económico al estilo Gustavo Grobocopatel. Y me parece que eso son los principales atributos y defectos, simultáneamente, del pueblo argentino, expresados como clase media.

(…)

Creo que no se ha eliminado para nada el «que se vayan todos». O sea, yo creo que esta posición generó curiosas y muy poco efectivas asambleas, supuestamente autogestionadas, que duraron lo que un pelado en la nieve. Esto condujo al descompromiso absoluto de la clase media en los asuntos públicos, que se coloca como demandante pero nunca como comprometida con una gestión. O sea, es muy cómodo decir dame más cuando en realidad no se pone nada. Me parece que, en fin, la Resolución 125 fue mal gestionada por el Gobierno y que la reacción se montó en función de esa liviana actitud de la clase media, que hoy vota a Macri, mañana descubre que se inunda y dice que no lo va a votar más. Así, hasta que le hagan el canal aliviador, entonces lo vuelven a votar. La verdad es que con ese tipo de lógica un país tiene poco destino.


Fragmentos de una entrevista, con motivo del Bicentenario, aquí.

Un comentario sobre “Esa clase media ‘acomodada’

  1. Dicen por ahí que lo que permite que haya tanta diferencia de clases es la clase media. En primer lugar, porque es una gran barrera entre las clases «bajas» y las «altas», que impide que haya una revolución.
    Las clases bajas quieren ser clases medias, y por eso cuando llegan a un estatus «mejor» se conforman.
    De todas fromas lo que más conviene es eliminar esa concepción de clase, para mirar las oportunidades de los individuos.

    Un saludo,

    Tomáz.

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